Hablar de América Latina en clave de creación, implica darle forma dentro de un espacio ampliado, desde el lugar de la memoria y de la ficción, por tanto, de las posibilidades que permite su esencia sincrética, híbrida y múltiple. Por otro lado, hablar del diseño implica entenderlo como un proyecto en continuo, que históricamente ha sido concebido como un solucionador de problemas a través de los artefactos que podemos producir. Al hacer confluir estos dos lugares, Diseño y América latina, las posibilidades de ambos emergen y se multiplican para configurarse desde modos particulares para crear valores propios. Descubrimos, de ese modo, la necesidad de plantarnos desde otras perspectivas y desde ahí proponer “diseños otros” que nos permitan proyectar otros mundos y en consecuencia preguntarnos sobre ¿cuáles problemas? ¿Cuál valor? ¿cuál diseño? y para ¿cuál América Latina?. Ejercer el diseño desde y para Latinoamérica es la posibilidad de dibujar otras oportunidades que superen lo productivo y aboguen por lo relacional.